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CAPPRO invita a aprovechar el potencial del biocombustible en Paraguay.

“El año pasado se dio un muy buen primer paso, con el aumento del porcentaje de mezcla obligatorio del biodiesel, pero si no procesamos nuestras oleaginosas para obtener aceites, las industrias de biocombustibles no tendrán el abastecimiento necesario”, analiza la Cámara de agroindustrias de nuestro país.

La industria de los biocombustibles tiene un gran potencial para apuntalar el desarrollo económico del país, esta explotación no solamente puede  cubrir una mayor parte de nuestra demanda interna de energía con un producto más amigable con el ambiente, “sino también podría ser un producto importante de exportación, considerando los volúmenes que el país tiene potencial de producir y la creciente demanda internacional, generando en el proceso más y mejores puestos de trabajo y todo el círculo virtuoso que se genera gracias a nuevas industrias o a que las existentes aumenten su producción”, indica la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (CAPPRO)a través de su reporte estadístico mensual.  

La Cámara recuerda que el año pasado se dio un muy buen primer paso hacia generar las condiciones para que este sector se pueda ir consolidando, con el aumento del porcentaje de mezcla obligatorio del biodiesel, pero acota que si no procesamos nuestras oleaginosas para obtener aceites, las industrias de biocombustibles que están no tendrán el abastecimiento necesario para cubrir la demanda local, y mucho menos para pensar en expandirse a otros países, lo que reduciría la posibilidad de atraer más inversiones. “Sin una industria aceitera sólida, podríamos llegar al triste escenario de exportar oleaginosas en estado natural e importar aceite de los países a los que vendimos el grano”, dice la CAPPRO.

Y finalmente sugiere que para conseguir realmente que el potencial que tiene toda la cadena de valor agrícola se pueda materializar, se defina una política industrial clara que permita que las agroindustrias nacionales competir en igualdad de condiciones con las fábricas de otros países en los que actualmente se aprovecha una gran parte del potencial que tiene nuestra producción, “quedándose no solo con el valor que se agrega a los productos exportados en estado natural sino con la mano de obra y todos los beneficios adicionales que se generan al industrializar estos productos”, concluye.

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