La industrialización de la soja no solo genera valor agregado directo, sino que además impulsa el desarrollo de otras industrias y protege a los productores agrícolas frente a los riesgos de depender únicamente de la venta de granos en estado natural, señala la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (CAPPRO).
El organismo destaca que este modelo productivo consolida a la agroindustria como un motor estratégico de la economía nacional y como un sector con alto potencial para transformar la estructura económica del país, en su último boletín estadístico publicado, acota que “Paraguay ya no debe limitarse a la comercialización de materias primas, práctica que lo expone a la volatilidad internacional y restringe su desarrollo”
Según CAPPRO, la clave para avanzar está en agregar valor en origen, transformando la producción primaria en una amplia variedad de productos con mayor valor agregado. La soja, materia prima versátil y de relevancia internacional, permite la elaboración de aceite desgomado, harina y cascarilla, fundamentales para diversas cadenas productivas nacionales.
El aceite desgomado, destacan los expertos, puede destinarse a la producción de aceites refinados, biocombustibles, suplementos nutricionales, productos farmacéuticos y cosméticos, e incluso a la industria de bioplásticos. La harina de soja paraguaya, reconocida por su calidad, se utiliza principalmente en alimentos balanceados, aunque también muestra un potencial creciente en aplicaciones de nutrición humana. Por su parte, la cascarilla constituye un complemento ideal para la alimentación animal, especialmente de rumiantes, mejorando eficiencia, productividad y calidad.
El informe de CAPPRO subraya que la industrialización de la soja actúa como un verdadero disparador de desarrollo para otras industrias, a la vez que fortalece a los productores agrícolas al diversificar sus fuentes de ingreso y reducir la dependencia de la venta de granos en estado natural.
El organismo destaca que los países que avanzaron hacia modelos industriales integrados lo hicieron reconociendo sus potencialidades específicas. Paraguay, señalan, cuenta con inversiones instaladas, tecnología de primer nivel y capacidad operativa suficiente para profundizar la industrialización. Lo que resta, advierten, es implementar una política industrial coherente y sostenida que incentive la transformación local y brinde la previsibilidad necesaria para que el sector opere a plena capacidad.
“La apuesta por la industrialización es una decisión estratégica para el desarrollo del país”, concluye CAPPRO, que insta a consolidar el sector como motor de crecimiento económico y diversificación productiva.





