Ignacio Iriarte advirtió que el mundo atraviesa una transformación profunda en el comercio internacional de carne vacuna, marcada por una creciente demanda global, una oferta limitada y tensiones geopolíticas que abren nuevas oportunidades para países exportadores como Paraguay. Fue durante su charla “Carne y poder: el rol del Mercosur en la geopolítica alimentaria”, en la Noche CEA Itaú de la Expo ARP 2025.
El evento, organizado por el Consorcio de Ganaderos de Experimentación Agropecuaria (CEA), Itaú Campo y la Asociación Paraguaya de Productores y Exportadores de Carne (APPEC), convocó a productores, empresarios del rubro, técnicos, estudiantes y referentes del sector ganadero.
“Estados Unidos está en una situación extraordinaria. Tiene el stock ganadero más bajo desde 1950, y nadie quiere cuidar vacas en un país donde un joven gana más mucho más en servicios que en el campo”, señaló Iriarte.
Iriarte explicó que el mercado internacional está viviendo un momento inédito. El comercio mundial creció un millón de toneladas en 2024 y otras 500.000 más hasta mediados de 2025, en un contexto donde casi todos los grandes productores están terminando ciclos de liquidación ganadera.
Los países que mejor están aprovechando este momento, según el experto, son Brasil, Australia y Paraguay, dentro de un grupo de apenas unos 15 proveedores mundiales. Por el lado de la demanda, China, comentó que tras un retroceso, ha vuelto a comprar volúmenes crecientes con precios al alza. “Vinieron tarde a la fiesta, pero vinieron”, ironizó Iriarte, en alusión al renovado apetito del gigante asiático.
En tanto, el Sudeste Asiático emerge como la mayor promesa. “Seis países con 600 millones de habitantes están entrando en la cultura de la carne, y eso lo hemos visto antes con Japón, Corea y China”, afirmó. Y agregó: “La segunda etapa es cuando pasan de los palitos al cuchillo y tenedor”.

Estados Unidos: consumo récord
Estados Unidos enfrenta un desbalance estructural. La mayor parte de su producción proviene de feedlots, generando grandes cantidades de “trimming”, mezcla de carne y grasa, que necesita ser equilibrado con carne magra importada. El 60% de la carne que se consume allí es picada. “Los frigoríficos están desesperados. Si no importan carne magra de Sudamérica o Australia, todo ese trimming hay que tirarlo. ¿Quién va a comer algo que es 50% grasa?”, cuestionó Iriarte.
Este año, EE.UU. necesita importar hasta 800.000 toneladas de carne magra, dijo hablando de una proyección en el mercado global. Sin embargo, medidas proteccionistas impulsadas por Trump, como el arancel del 10% adicional, que podría llegar al 50% en el caso de Brasil, están generando incertidumbre. “Trump le dice a Brasil: no vamos a comerciar más hasta que no cambies tu actitud”, comentó el analista, señalando que detrás del conflicto hay intereses geopolíticos más profundos.
Según Iriarte, “Solo tres países tienen volumen y vocación exportadora: Brasil, Australia y Paraguay”. La oportunidad está en abastecer mercados como EE.UU., que proyecta importar hasta 2 millones de toneladas, y el Sudeste Asiático, con un consumo en alza que ya supera 1,3 millones de toneladas.
También se refirió al caso de Brasil, cuya facturación por exportaciones creció 53% en un año. “Pero muchos técnicos dudan: ¿están liquidando más de lo que informan? Podrían tener 45 millones de cabezas más de lo declarado”, advirtió.

Precios récord y ruptura del ciclo ganadero
La carne vacuna se paga hoy entre 8 y 9 dólares por kilo gancho en los grandes mercados. En Sudamérica, los precios están entre 3 y 4 dólares, lo que convierte a países como Paraguay en altamente competitivos.
“El USDA se quedó corto en sus previsiones. Se rompió la sincronización del ciclo ganadero global. Cuando esta demanda firme se encuentre con una oferta que ya no puede crecer, el desequilibrio va a ser mayúsculo”, sentenció Iriarte.
En este contexto, Iriarte destacó que Paraguay tiene una gran oportunidad como proveedor mundial con potencial real de crecimiento si mantiene su competitividad y logra responder a las exigencias del mercado internacional.
“La clave está en jugar bien las cartas: calidad, sanidad, cumplimiento y relaciones comerciales. Porque el negocio de la carne, más que nunca, es geopolítico”, concluyó.
