“El conocimiento sobre las especies forrajeras, su manejo y su interacción con el ambiente es clave para sostener la productividad sin comprometer los recursos naturales”, concluyó Pueyo ante un auditorio compuesto por técnicos, productores y académicos, expresó en el marco del 33° Congreso del Consorcio de Ganaderos para la Experimentación Agropecuaria (CEA), el ingeniero Dante Pueyo cuando presentó la disertación titulada “Caracterizando los ambientes forrajeros para maximizar la productividad”, donde compartió conocimientos técnicos y experiencias sobre el manejo sostenible de pasturas megatérmicas, sistemas silvopastoriles y suplementación animal en ambientes subtropicales.
La exposición, que fue calificada por los asistentes como “excelente y oportuna”, puso el foco en los desafíos que enfrentan los productores ante las condiciones climáticas cambiantes y la necesidad de fortalecer la base forrajera de los sistemas ganaderos.
Pueyo, especialista en Producción Animal Subtropical, explicó que la preparación adecuada del suelo es determinante para el establecimiento y la persistencia de pasturas como el Cynodon (Estrella y Tifton). “Si bien no debemos desmantelar el suelo en exceso, en una implantación inicial es necesario hacerlo, ya que una pastura bien establecida puede durar entre 15 y 30 años”.
En cuanto a los métodos de implantación, recomendó el uso de líneas separadas a metro y medio para el pasto Estrella debido a su agresividad, y mencionó alternativas como las máquinas “pangoleras”, que facilitan la siembra con guías o plantines. “Cuando no se dispone de maquinaria, una opción práctica es esparcir material vegetativo sobre suelo movido y pasar una rastra para lograr un mejor contacto y compactación”, explicó.
“La clave está en achicar potreros y rotar la carga animal”
Al referirse al consorcio de pasturas, Pueyo destacó que los animales tienden naturalmente a seleccionar ciertas especies, lo que puede afectar el equilibrio del sistema. “La clave está en achicar potreros y rotar la carga animal, evitando que el ganado elija libremente. No existe una receta única, pero sí principios que ayudan a mejorar la eficiencia del pastoreo”, sostuvo.
Respecto a la receptividad animal por hectárea, el disertante mencionó que en la región oriental, sin suplementación, el límite ronda las dos unidades animales por hectárea, pudiendo llegar a 2,5 o 3 con suplementación invernal. Recomendó además el manejo diferido del forraje de verano, para asegurar disponibilidad de alimento durante los meses fríos.
Pueyo también se refirió al comportamiento del grama rodés, una de las especies forrajeras más utilizadas, explicando la diferencia entre los materiales diploides y tetraploides. “El Catambora, de porte bajo, presenta buena tolerancia a sequía y bajas temperaturas, mientras que las tetraploides, como Cachiquide, se adaptan mejor a suelos arcillosos o con exceso de humedad”, indicó.

Contribución ecológica y económica de las pasturas
En cuanto a las leguminosas asociadas a pasturas megatérmicas, reconoció las dificultades para lograr una convivencia equilibrada, pero destacó el potencial de la leucaena como fuente de proteína y fijadora de nitrógeno. “Aunque su ciclo productivo es de algunos años, su aporte a la fertilidad del suelo y a la calidad nutricional de la dieta animal es notable”, remarcó.
El ingeniero también valoró la incorporación del algarrobo en sistemas silvopastoriles del Chaco y Formosa, señalando su contribución ecológica y económica. “Además de proporcionar sombra y nitrógeno, permite un aprovechamiento sustentable de la madera, que puede comercializarse o intercambiarse localmente”, explicó.
Finalmente, resaltó la resistencia del pasto Tangola ante condiciones extremas de sequía y suelos pesados, lo que lo convierte en una alternativa de gran valor para la ganadería subtropical.





