Argentina avanza hacia una flexibilización de la vacunación contra la fiebre aftosa, una medida respaldada por la evidencia epidemiológica y por el propio sector ganadero. “Estamos en condiciones de ajustar estrategias sin comprometer la sanidad”, afirmó Néstor Osacar, vicepresidente del Senasa. Martín Rapetti, de Confederaciones Rurales Argentinas, advirtió que “la política sanitaria no puede usarse con fines políticos”, mientras que Dardo Chiesa, de la Mesa Nacional de Carnes, fue categórico: “Yo no estoy a favor de vacunar, estoy recontra a favor: prefiero vacunar antes que enterrar animales”. Los tres coincidieron en la necesidad de avanzar con responsabilidad, sin repetir errores del pasado.
En el Conversatorio Estratégico Internacional “Fiebre Aftosa y el Futuro de la Vacunación Regional”, Néstor Aníbal Osacar, vicepresidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), presentó los cambios clave que está atravesando el sistema sanitario argentino en relación con la fiebre aftosa, enfermedad de la que el país no ha registrado circulación viral en más de 20 años.
“Estamos en una etapa de flexibilización”, afirmó Osacar, al explicar que el contexto epidemiológico regional y nacional permite avanzar hacia una estrategia de vacunación más racional y con menores cargas para el productor. “Hoy tenemos una vacuna robusta, muy buena, que nos permite sacar categorías del calendario de vacunación”, agregó.
Entre las modificaciones principales anunciadas por el Senasa se encuentra el cambio en la composición de la vacuna, que desde 2025 deberá ser tetravalente o bivalente, pero necesariamente incluir las cepas A24 y A2001, retirando de circulación la cepa A C3.
Además, el plan contempla nuevas frecuencias de vacunación: vacas y toros ya se vacunan una vez al año, y desde ahora los novillos también lo harán una sola vez. Las categorías de novillitos y vaquillonas quedarán excluidas, y solo los terneros y terneras seguirán recibiendo dos dosis anuales. Según Osacar, “esto permite reducir los costos de manera significativa para los productores, quienes desde hace tiempo vienen demandando estos cambios”.
Respecto al tránsito de productos entre zonas del país, el vicepresidente del Senasa explicó que se han flexibilizado las reglas que separaban las zonas libres con y sin vacunación. Ahora se permite, por ejemplo, el paso de carne con hueso desde el norte hacia la Patagonia, cumpliendo los requisitos del artículo 8 del código de la OMSA (Organización Mundial de Sanidad Animal). “Argentina está libre de aftosa, y lo estamos demostrando con decisiones concretas”, remarcó.
Aun así, Osacar aclaró que no está en los planes inmediatos dejar de vacunar por completo: “No es una decisión que se vaya a tomar ya. Habría que evaluar costos, barreras sanitarias y hacer un análisis político profundo. Por ahora, seguimos vacunando, pero con criterios más eficientes”.
Voces del sector: apoyo y cautela
Martín Rapetti, consejero de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), apoyó la flexibilización impulsada por el Senasa, aunque alertó sobre el riesgo de que las decisiones sanitarias se vean contaminadas por intereses políticos. “Muchas veces se hace política con la sanidad y no una política sanitaria”, advirtió, recordando episodios pasados en los que se tomaron decisiones que terminaron perjudicando duramente a los productores.
Rapetti también señaló que en regiones como el NEA y el NOA existen animales muy viejos con numerosas dosis acumuladas, y que era hora de readecuar la estrategia. “Pagamos las consecuencias los productores, mientras los gobernantes siguen cobrando”, resumió con tono crítico.
Por su parte, Dardo Chiesa, coordinador general de la Mesa Nacional de Carnes, planteó una defensa firme de la vacunación como herramienta de protección del rodeo. “Acepto que hay quienes quieren dejar de vacunar, pero yo estoy recontra a favor de seguir vacunando”, expresó con contundencia. Chiesa destacó que, aunque Argentina tiene controlada la enfermedad, no debe olvidarse el riesgo real que implicaría un foco y el alto costo, económico y emocional, de medidas como la eliminación masiva de animales.
“El sistema argentino es mixto, coparticipativo y solidario: lo comanda Senasa, lo ejecutan los privados y lo pagan los productores. Hay que cuidarlo”, subrayó, al tiempo que recordó que cuando en 2001 se escondió un brote de aftosa, las consecuencias fueron gravísimas para toda la cadena.
Para Chiesa, el verdadero desafío hoy ya no es sanitario, sino diplomático: “Los aranceles son más problema que la aftosa. Podemos entrar a Japón, pero con 40% de aranceles. A Estados Unidos, con 10%, no entramos. El foco está en las barreras comerciales, no en las sanitarias”.
Una transición responsable
A más de 30 años del inicio del plan sistemático de vacunación contra la fiebre aftosa, Argentina parece dispuesta a dar un paso hacia un nuevo paradigma sanitario, más adaptado al contexto actual y a las exigencias de competitividad del mercado internacional. Pero ese paso, tal como lo manifestaron autoridades y referentes, deberá estar guiado por evidencia científica, responsabilidad política y diálogo fluido entre el sector público y el privado.