El Misionero de una transformación silenciosa pero poderosa en el sector frutícola de Paraguay

En el corazón del subtrópico paraguayo, un modelo agrícola intensivo y tecnificado está redefiniendo el potencial productivo de los suelos arenosos de San Pedro. Con 180 hectáreas cultivadas, 130 trabajadores permanentes y un sistema de gestión basado en datos climáticos, fertirriego computarizado y trazabilidad completa, Misionero S.R.L. representa uno de los casos más avanzados de agricultura de precisión en el país. Desde Yrybucuá, esta firma exporta a Argentina y Uruguay, apuntando a mercados más exigentes con un portafolio en expansión.

Desde la localidad de Vy´a Renda en el distrito de Yrubycuá, en el departamento de San Pedro, la firma Misionero S.R.L., de la familia Fanego, hoy, liderada por Aldo René Fanego como Director General y su hijo Aldo Matías Fanego como Gerente, impulsa una transformación silenciosa pero poderosa en el sector frutícola en Paraguay. Esta empresa familiar se ha convertido en un referente nacional e internacional en innovación agrícola, productividad sustentable y compromiso social.

Con 180 hectáreas de cultivo, más de 130 empleados permanentes, todos del distrito de Yrybukua y una infraestructura tecnológica de punta, Misionero S.R.L. despacha actualmente alrededor de 25 camiones de banana por semana, contribuyendo significativamente a un mercado nacional que moviliza entre 100 y 110 camiones. En apenas 15 años, Paraguay pasó de exportar USD 400 mil en frutas a superar los USD 36 millones anuales, y esta firma ha sido uno de los motores clave en ese crecimiento. Aun así, según Aldo Matías, solo están cubriendo el 15% de la demanda potencial en los mercados que ya atienden, lo que evidencia una gran oportunidad de expansión.

“Todo proyecto agrícola tiene que ir siempre acompañado de la mano de Dios”

“Todo proyecto agrícola tiene que ir siempre acompañado de la mano de Dios”, afirma el Director General, Aldo René, una fe que combinada con visión empresarial ha permitido que la empresa acceda a mercados como Argentina y Uruguay. “Fuimos pioneros exportadores desde Guayaybi; posteriormente se sumó Tembiapora”, recuerda al referirse a su producción de banana.

Innovación tecnológica al servicio del campo

Uno de los pilares de Misionero es la innovación aplicada. Todo el predio está irrigado por microaspersión y conectado a estaciones meteorológicas que monitorean variables como lluvia, temperatura y evapotranspiración. Esta información alimenta un sistema automatizado de riego y fertirriego, que ajusta con precisión el suministro de agua y nutrientes, utilizando fertilizantes hidrosolubles como nitrógeno, fósforo, potasio o calcio, según las necesidades del cultivo.

La empresa también implementó un modelo de cultivo intensivo, pasando de 1.800 a más de 3.000 plantas por hectárea, lo que ha permitido duplicar la producción sin expandir la superficie. Cada unidad productiva (madre-hija-nieta) se gestiona bajo un sistema rotativo que asegura un promedio de 1.5 a 1.6 racimos por año. Gracias a un sistema de marcación con cintas de colores y software de control, se puede planificar la cosecha con hasta tres meses de anticipación.

Simple, tradicional, pero con una inversión importante que lo hizo lo suficientemente extenso y por tanto muy útil, el sistema de cable carril, con más de 30 km de recorrido, transporta tanto fruta como insumos y también sirve como medio de traslado para el personal dentro de la finca.

Postcosecha, trazabilidad y exportación

El proceso de postcosecha está completamente sistematizado: cada racimo es pesado, registrado, lavado, desinfectado, seleccionado y embalado. Las cajas, producidas en Caaguazú, combinan cartón y madera, aunque la empresa ha migrado hacia un modelo de exportación 100% paletizado y en cartón, mejorando la logística y presentación.

Las frutas llegan a destino en tres días y son sometidas a procesos de maduración controlada, quedando listas para el consumidor al cuarto día. Actualmente, los principales destinos son Argentina, Uruguay y Chile.

Sustentabilidad: una producción circular

En suelos arenosos poco aptos para el cultivo de banana, Misionero ha implementado una planta de lombricultura que transforma residuos orgánicos en fertilizantes naturales. Con 22 piletas activas, produce semanalmente 5.000 litros de humus líquido y 1.300 toneladas anuales de humus sólido, sin aditivos químicos. Estos biofertilizantes se incorporan al sistema de fertirriego, mejorando la estructura del suelo y cerrando el ciclo productivo.

“Todo lo que no va a exportación vuelve al campo como abono. Nada se desperdicia”, afirma Aldo René.

Logística estratégica y proyección internacional

La ubicación de Misionero representa una ventaja competitiva clave: la cercanía con grandes centros de consumo como Buenos Aires, Montevideo y Santiago permite reducir significativamente los costos logísticos. “Un flete desde aquí cuesta USD 1.500 por camión; desde otros países puede costar hasta USD 5.000”, destaca Aldo Matías.

Además, la empresa ha comenzado a diversificar su portafolio con el cultivo de aguacate Hass, que por su vida poscosecha más larga puede acceder a mercados más lejanos como Europa o Asia, donde la banana tiene limitaciones logísticas, e inició la producción de pitaya.

Aldo Matías destacó con orgullo que gran parte de la producción exportada por Paraguay, se destina a programas de alimentación escolar en Argentina y Uruguay y expresó su anhelo de que también se aceptada en la alimentación escolar en nuestro país. “Nuestra banana alimenta a niños en esos países, y creemos que lo mismo debe pasar acá. El producto de calidad debe llegar también a los niños paraguayos”, señaló el joven Fanego.

Desafiando Límites de GPSA con la conducción de Fabian Pereira nos presentó el trabajo de Misionero S.R.L., pueden escuchar la historia completa en su canal de youtube aquí.