En los últimos años, el cultivo de sorgo ha ganado terreno en la agricultura paraguaya, consolidándose como una alternativa clave dentro del sistema de rotación, especialmente frente a los desafíos que presenta el maíz, como el alto costo de producción y la aparición de plagas como la cigarrita. Según el Ingeniero Pedro Acuña, docente de la cátedra de Entomología de la Universidad Nacional de Itapúa (UNI), esta expansión ha sido notable, con alrededor de 200.000 hectáreas sembradas a nivel país, principalmente en zonas del noreste de Itapúa como Edelira y Natalio.
No obstante, el sorgo enfrenta hoy un nuevo enemigo que se hace rápidamente fuerte, el pulgón amarillo del sorgo (Melanaphis sacchari o Melanaphis sorghi), una plaga que preocupa a los productores y técnicos agrícolas por su rápida expansión y el daño significativo que puede provocar en el cultivo.
¿Por qué es tan peligrosa esta plaga?
El Ing. Pedro Acuña explica que en infestaciones severas, puede reducir la productividad hasta en un 50% o incluso causar la muerte de plántulas jóvenes impidiendo la producción. Además, se caracteriza por una reproducción acelerada, es vivíparo y partenogenético, lo que significa que no necesita aparearse para reproducirse. En condiciones ideales, puede duplicar su población en apenas 4 a 8 días.
Otro punto que destacó el profesional es que es una plaga de alimentación continua, que succiona savia constantemente, debilitando la planta y provocando un amarillamiento progresivo. Sumado a esto, su saliva tóxica puede inducir la aparición de hongos como la fumagina.
¿Dónde se encuentra y cómo identificarla?
Según el Ing. Acuña, el pulgón amarillo suele iniciar su ataque desde las hojas bajeras, ocultándose en el envés, lo que dificulta su detección inicial. Se recomienda observar cuidadosamente estas hojas para detectar colonias de pequeños insectos amarillos cerca de la nervadura central.
Un detalle clave que el profesional también enfatizó es que este pulgón no suele ser visible a simple vista desde fuera del cultivo, por lo que el monitoreo semanal en al menos 10 puntos por parcela es fundamental.
¿Qué hacer al confirmar su presencia?
El equipo de la Universidad Nacional de Itapúa, junto a técnicos de campo y productores de la Coordinadora Agrícola del Paraguay (CAP), preocupados por la expansión de esta plaga sugieren a los productores enfrentar esta amenaza mediante:
Tratamiento de semillas: es vital iniciar el cultivo con un tratamiento específico para plagas chupadoras, utilizando productos a base de neonicotinoides (como imidacloprid, thiamethoxam o acetamiprid). |
Monitoreo constante: como el pulgón es una plaga silenciosa, no produce daños visibles inmediatos. La clave es el control visual semanal. Un umbral económico sugerido: si en 100 plantas, al menos 20 presentan más de 50 pulgones (o una mancha del tamaño de una moneda), se debe actuar. |
Aplicación de insecticidas sistémicos: los productos deben ser absorbidos por la planta para llegar al insecto en el envés de la hoja. Las mezclas de neonicotinoides con otros ingredientes activos han mostrado buenos resultados. |
Cuidado con los enemigos naturales: aunque hay predadores naturales del pulgón en el ecosistema del sorgo, estos no son suficientes por sí solos para controlar la población. Se recomienda usar insecticidas selectivos para no eliminarlos. |
Este año Itapúa enfrentó un ambiente ideal para el desarrollo de la plaga
Acuña recordó que en Itapúa, la siembra de sorgo en safriña se realiza entre la segunda quincena de enero y la primera de febrero. Este año, la combinación de déficit hídrico y altas temperaturas desde diciembre hasta marzo generó condiciones perfectas para la proliferación del pulgón. Según Acuña, la plaga puede llegar desde hospederos alternativos como sorgo de Alepo, plantas guachas o rebrotes. Por eso, el monitoreo temprano, incluso desde la germinación, es vital.
La respuesta rápida ante la plaga fue posible gracias a la colaboración entre la Universidad Nacional de Itapúa y los productores de la CAP. “Ellos se acercaron, trajeron muestras y nosotros fuimos a las chacras a realizar un relevamiento”, explicó el Ing. Acuña. Gracias a este trabajo conjunto, se encendieron las alarmas y se iniciaron ensayos para evaluar productos de control más eficaces. El docente también se aseguró de recordar a su colega, la Ingeniera Estela Acuña, entomóloga y también docente de la Universidad Nacional de Itapúa quien también forma parte del equipo fundamental para realizar las investigaciones de campo buscando soluciones prácticas y eficaces en un trabajo conjunto con productores.