América Latina enfrenta una desaceleración en la productividad agrícola

La expansión del uso de tierra para fines agrícolas y el empleo de mano de obra en América Latina y Caribe han perdido relevancia como factores que explican el crecimiento de la producción agropecuaria. En contraste, el aumento de capital (como maquinaria y activos ganaderos)  y el uso de insumos (como fertilizantes y agroquímicos) han tenido un impacto positivo en dicho crecimiento, según un estudio recientemente publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Durante más de seis décadas, América Latina y el Caribe (ALC) han multiplicado por cinco su producción agrícola, posicionando a la productividad como un motor clave del crecimiento económico regional. Sin embargo, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recientemente publicado advierte sobre una preocupante desaceleración en la eficiencia del sector agrícola, que amenaza la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales.

Según el informe Agricultural Productivity in the Latin America and Caribbean Region (1961–2021), basado en datos de la FAO, la OIT y el USDA, en los últimos años la expansión del sector agropecuario ha dependido crecientemente del uso intensivo de insumos: como maquinaria, fertilizantes y agroquímicos, en detrimento de avances tecnológicos o mejoras en eficiencia. Esto contrasta con décadas anteriores, como los períodos 1961-1980 y 1991-2010, cuando la productividad total de los factores (PTF) mostró un crecimiento significativo, impulsado por la innovación y la inversión en investigación agrícola.

Entre 2010 y 2020, solo el 26,5 % del crecimiento agrícola en la región provino de mejoras en eficiencia, una proporción inferior incluso a la de la década de 1980, marcada por crisis económicas. A esta tendencia se suma una preocupante homogeneidad en el estancamiento: todas las subregiones de ALC muestran una caída en la PTF. Sin embargo, existen diferencias entre países: mientras Chile, Brasil y Costa Rica han sostenido avances en productividad, otros han quedado rezagados.

El estudio pone en evidencia un cambio estructural en la forma de crecer: la región ha dejado de expandir la frontera agrícola o aumentar el empleo rural, y ha comenzado a depender más del capital físico y los insumos. Si bien esto ha sostenido el crecimiento, también ha incrementado los impactos ambientales: se estima que el 90% de la deforestación entre 2000 y 2018 estuvo vinculada a la expansión agrícola.

Para revertir esta dinámica, el BID propone una agenda de productividad con enfoque territorial y articulación público-privada, que promueva un modelo agrícola más sostenible y resiliente. Las claves están en la inversión en innovación tecnológica, el fortalecimiento de la asistencia técnica, el uso eficiente de los recursos naturales y políticas públicas adaptadas a las realidades locales. Iniciativas como PRODAF en Argentina, CRIAR en Bolivia y PATCA en República Dominicana son ejemplos de cómo la cooperación técnica puede apoyar este proceso de transformación.

El informe completo lo pueden ver en la web oficial del BID: aquí