El informe conjunto Perspectivas Agrícolas 2025-2034 de la OCDE y la FAO revela que el crecimiento de la agricultura mundial durante la próxima década estará impulsado principalmente por mejoras en la productividad, más que por la expansión de la superficie cultivada. Este enfoque busca responder al desafío de alimentar a una población creciente mientras se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y se protege el medio ambiente.
En el caso específico de la soja, se prevé un crecimiento promedio anual del 1,0 %, una tasa más moderada que el 2,2 % observado en la última década. Este incremento estará sustentado en un 80 % por mejoras en los rendimientos, gracias al uso de tecnología, prácticas agronómicas más eficientes y la adopción de sistemas como la doble cosecha. En América Latina, este sistema permite sembrar soja junto con maíz en Brasil o trigo en Argentina, lo que ha sido un motor clave para la expansión sin aumentar proporcionalmente el uso de la tierra.
Brasil continuará siendo el principal productor mundial de soja, con un crecimiento proyectado del 0,8 % anual. Le sigue Estados Unidos, que crecerá a un ritmo de 0,5 %. En la región, también se proyecta un avance significativo para Argentina y Paraguay, con producciones estimadas de 56 y 13 millones de toneladas, respectivamente, hacia 2034. China, aunque incrementará su producción, lo hará a un ritmo más lento, afectado por un menor apoyo a los cultivos de cereales.
En cuanto a otras semillas oleaginosas como colza, girasol y maní, se proyecta un crecimiento más modesto de 1,1 % anual, frente al 2,7 % del decenio anterior. China, la Unión Europea, Ucrania, Rusia y Canadá se mantendrán como los principales productores. Canadá, por ejemplo, aumentará su producción hasta alcanzar los 19 millones de toneladas de otras oleaginosas en 2034.
Este crecimiento agrícola no está exento de desafíos. La expansión en cultivos como la soja, las oleaginosas y la palma aceitera ha presionado en las últimas décadas otros usos del suelo, generando tensiones ambientales. Sin embargo, el informe prevé que la superficie cultivada de estos productos aumente solo de forma limitada durante el período analizado.
En el sector de los biocombustibles, Paraguay, junto con Filipinas y Perú, aparece entre los principales productores emergentes de etanol, con una producción proyectada de cerca de 800 millones de litros hacia 2034. En el país, se espera que la tasa de mezcla se mantenga en torno al 25 %, limitada por la disponibilidad de caña de azúcar. Adicionalmente, se prevé un crecimiento en la producción de diésel de biomasa en países como Malasia, Filipinas, Perú y Singapur, este último con una capacidad proyectada de 900 millones de litros para exportación.
El informe subraya que mantener abiertos los mercados agrícolas y promover un comercio basado en normas será esencial para responder a futuras crisis y garantizar la seguridad alimentaria, especialmente en contextos de creciente incertidumbre climática y geopolítica.