Reconfiguración del comercio agrícola global abre una oportunidad para Latinoamérica.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha reconfigurado el comercio agrícola global, beneficiando a Brasil, indica el gestor de riesgos Federico Morixe al analizar el Impacto de la Guerra Comercial en las Relaciones Agrícolas entre Estados Unidos, China y Brasil desde el 2018 y con una proyección al 2025.

“Las políticas comerciales de Trump y Biden hacia China tienen muchas similitudes”, reflexionó, recordando que Trump implementó aranceles sobre bienes chinos para reducir el déficit comercial y presionar a China por prácticas comerciales injustas. Biden ha mantenido muchos de esos aranceles y sigue presionando a China en temas como derechos de propiedad intelectual y subsidios estatales.

El análisis que Morixe compartió con Agropecuaria y Negocios y también se encuentra en su cuenta de X, recuerda que durante la guerra comercial iniciada por Trump en 2018, China impuso aranceles sobre productos agrícolas estadounidenses, lo que llevó a una disminución significativa en las compras chinas de soja, maíz y trigo de Estados Unidos. En respuesta, China aumentó sus importaciones desde Brasil y otros países latinoamericanos, beneficiando enormemente a Brasil como proveedor principal de soja.

Así las cosas, Morixe indica que aunque Biden ha mantenido los aranceles, la dependencia de China de las importaciones agrícolas de Brasil y otros países latinoamericanos ha continuado, no solo como respuesta a la guerra comercial, sino también para diversificar sus fuentes de suministro y garantizar la seguridad alimentaria.

Implicaciones para el Futuro

El cambio en las relaciones comerciales agrícolas plantea varias implicaciones, en primer lugar ante esta situación indica que los agricultores de Estados Unidos necesitan diversificar sus exportaciones y explorar nuevos mercados.

Sobre Brasil y Latinoamérica, asegura que tenemos la oportunidad de fortalecer nuestra posición en el mercado agrícola global.

Morixe asegura que Brasil tiene varias ventajas que le permiten producir soja a costos más bajos que otros países. Su clima tropical y subtropical, junto con suelos fértiles y extensas áreas de tierra arable, crean condiciones ideales para el cultivo. En el mismo mercado, la adopción de tecnologías avanzadas, como semillas genéticamente modificadas y prácticas agrícolas eficientes, junto con la producción a gran escala y la integración vertical de las empresas agrícolas, contribuyen a reducir los costos de producción. Además, los bajos costos de mano de obra y la abundancia de recursos naturales como agua y energía, junto con incentivos gubernamentales y políticas de exportación favorables, mejoran la competitividad de Brasil. Las mejoras en infraestructura y logística, incluida la proximidad a puertos y el uso de vías fluviales, también reducen los costos de transporte. Estas ventajas consolidan a Brasil como un líder en la producción de soja a nivel mundial.

“Los profesionales del sector agro deben mantenerse informados y proactivos para aprovechar las oportunidades y enfrentar los desafíos del futuro”, sugiere cerrando su análisis.